REVISTA CIENTÍFICA
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e-ISSN: 2631 - 2786
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REVISTA CIENTÍFICA UISRAEL
QUITO-ECUADOR
2025
Período Enero - Abril 2025
Vol. 12, No. 1
Nivel educativo, calidad de vida y capacidad cognitiva y funcional
en adultos mayores
Educational level, quality of life and cognitive and functional capacity in
older adults
Fecha de recepción: 2023-12-15 • Fecha de aceptación: 2024-09-26 • Fecha de publicación: 2025-01-10
Ana Marquez Terraz
1
Universidad Nacional de San Luis, Argentina
terrazama@gmail.com
https://orcid.org/0000-0002-5718-087X
Lucía Victoria Centorbi
2
Ponticia Universidad Católica, Argentina
luciacentorbi@uca.edu.ar
https://orcid.org/0009-0005-9770-135X
Ivana Belén Diaz
3
Ponticia Universidad Católica, Argentina
ivanadiaz@uca.edu.ar
https://orcid.org/0009-0001-8260-5710
Abstract
El objetivo de la presente investigación fue constatar la relación existente entre el nivel educativo,
calidad de vida, capacidad funcional y capacidades cognitivas en un grupo de personas mayores de
60 años. Se utilizó la metodología cuantitativa, con diseño no experimental, transversal, correlacional.
Se seleccionó una muestra de 120 personas mayores, mediante muestreo no probabilístico y
divididos en: personas con primaria completa o incompleta, personas con estudios secundarios
https://doi.org/10.35290/rcui.v12n1.2025.1157
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completos o incompletos y personas con estudios de nivel superior completos o incompletos. Los
instrumentos de recolección de datos fueron el test MoCA para evaluar funciones cognitivas, el
cuestionario ViDA para evaluar la capacidad funcional, y el WHOQoL para recoger datos sobre la
calidad de vida. Se constató mediante la prueba de Chi-cuadrado que existe una relación entre el
nivel de estudios y la capacidad funcional, la capacidad cognitiva y la dimensión física de la calidad
de vida. Mediante la prueba U de Mann-Whitney se encontró que existen diferencias signicativas
respecto a la capacidad cognitiva en todos los grupos. Así, se hizo hincapié en la educación formal
como una instancia necesaria para el envejecimiento saludable, que debe ser acompañada por
estrategias de educación informal.
Keywords: Anciano, calidad de vida, educación, estado funcional, cognición
Resumen
The objective of this research was to verify the relationship between educational level, quality of life,
functional capacity and cognitive abilities in a group of people over 60 years of age. Quantitative
methodology was used, with a non-experimental, cross-sectional, correlational design. A sample
of 120 older people was selected through non-probabilistic sampling and divided into: people with
complete or incomplete primary education, people with complete or incomplete secondary education,
and people with complete or incomplete higher education. The data collection instruments were the
MoCA test to evaluate cognitive functions, the ViDA questionnaire to evaluate functional capacity,
and the WHOQoL to collect data on quality of life. It was conrmed through the Chi-square test that
there is a relationship between the level of education and functional capacity, cognitive capacity
and the physical dimension of quality of life. Using the Mann-Whitney U test, it was found that there
are signicant differences regarding cognitive ability in all groups. Thus, emphasis was placed on
formal education as a necessary instance for healthy aging, which must be accompanied by informal
education strategies.
Palabras clave: Old age, quality of life, education, functional status, cognition
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Introducción
Es sabido que la educación reviste una gran importancia para el desarrollo integral de las personas.
En las escuelas se da un ambiente propicio para fortalecer habilidades y destrezas en el plano
social, físico, cognitivo y emocional. Es por ello que se propone que la educación recibida en las
primeras etapas inuirá en el resto de la vida de la persona (Santi, 2019).
Se considera que la educación, en particular la educación formal, facilita al sujeto el acceso a
un futuro mejor. Se entiende como educación formal, en este caso, a aquella que sigue métodos
convencionales, se desarrolla de forma consciente y organizada en instituciones educativas
destinadas a tal n y que es reconocida por organismos de gobierno como tal (Jiménez, 2020).
En virtud de esta información, interesa saber y poder determinar qué signica un futuro mejor.
En esta investigación se buscó explorar los efectos de la educación formal en el envejecimiento
saludable de las personas adultas mayores. Es decir, poder determinar si la educación formal
tendrá algún tipo de inuencia en la forma en que las personas envejecen. Para ello se
tomaron tres variables que resultan claves en esta etapa de la vida: la capacidad funcional, el
funcionamiento cognitivo y la calidad de vida.
Cabe destacar que la evidencia de la relación entre el nivel educativo y el funcionamiento cognitivo
ha sido amplia y consistente. Existen múltiples investigaciones que han constatado que mientras
mayor es el nivel educativo de una persona, mejor será su funcionamiento cognitivo en la adultez
mayor.
Como ejemplo de esta relación, se pudo encontrar la investigación de Vite y Calderón, (2018),
quienes constataron en una muestra de personas mayores que el nivel educativo es una variable
predictora del funcionamiento cognitivo en la vejez. Además, se puede citar la investigación de
León Samaniego y León Tumbaco (2018), quienes encontraron que tener un nivel de instrucción
básico constituye un factor de riesgo para sufrir deterioro cognitivo. En esta misma línea, se ha
encontrado que el nivel educativo tiene una gran importancia en la determinación de algunas
funciones cognitivas, como la atención sostenida y selectiva, así como el razonamiento abstracto,
independientemente del grado de complejidad laboral de las tareas que las personas hayan
realizado a lo largo de su vida. Esta información indica que las habilidades cognitivas adquiridas en
la etapa de escolarización se podrían mantener a lo largo de la vida y no verse afectadas (Feldberg
etal., 2020).
La relación entre el nivel educativo y el funcionamiento cognitivo se explica desde la teoría de
la reserva cognitiva. La misma postula que existen diferencias entre los individuos en el modo
en que procesan la información. Estas diferencias permitirían que algunas personas puedan
enfrentar alteraciones del sistema nervioso, como las que se producen en el envejecimiento, sin
mostrar dicultades signicativas en su capacidad cognitiva. Estas habilidades para procesar la
información de un modo más exible son adquiridas por los sujetos en diversas actividades que no
necesariamente se vinculan con la actividad intelectual (Villa, 2017), aunque una de las principales
es la participación en espacios de educación formal.
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La relación entre el nivel educativo y la calidad de vida, en cambio, no es tan clara. Existen estudios
realizados con personas mayores que han encontrado que un mayor nivel educativo se relaciona
con mejor salud percibida y mayor calidad de vida relacionada con la salud (López etal., 2019).
También se ha encontrado evidencia de que el nivel de estudios colabora con la dimensión física y
psicológica de la calidad de vida (Cardona etal., 2016). Sin embargo, en otras investigaciones se
ha encontrado que no existe una relación estadísticamente signicativa entre el nivel de estudios
y la calidad de vida de las personas mayores (González y Araujo, 2010; Mesa etal., 2020; Tenorio
etal., 2021).
Estas diferencias en los resultados de las diferentes investigaciones pueden tener su origen en las
dicultades relacionadas con la denición de este constructo. La calidad de vida es un concepto
complejo, posee un aspecto objetivo y un aspecto subjetivo, a la vez que cada uno de estos
aspectos posee múltiples dimensiones. Sin embargo, la calidad de vida subjetiva ha tomado el
centro de atención debido a su capacidad para predecir la calidad de vida general de la persona.
La misma puede ser denida como una valoración afectiva y evaluación cognitiva de la persona
acerca de sus condiciones de vida actuales, teniendo en cuenta diferentes dominios como lo
pueden ser el social, psicológico, físico o ambiental (Marquez, 2022). No existe necesariamente
una relación lineal entre la calidad de vida subjetiva y las condiciones objetivas en las cuales vive la
persona; por ello, es posible que el nivel educativo no impacte de manera directa en esta variable.
Finalmente, la relación entre el nivel educativo y la capacidad funcional cuenta con evidencia más
consistente, aunque también más escasa. Se ha reportado que existe una relación entre el nivel
educativo y la capacidad funcional de adultos mayores evaluada mediante el índice de Barthel
(Satorres, 2013) y a través de la encuesta de Katz (Cortés etal., 2016). Ambas escalas evalúan
actividades básicas de la vida diaria. Dentro de este grupo de actividades se pueden ubicar tareas
como vestirse, higienizarse o comer por su propia cuenta. Son actividades de autocuidado básico
que deben desarrollarse para asegurar la supervivencia.
Por otro lado, Luna y Vargas (2018) encontraron que tener 8 o más años de escolaridad era un
factor protector frente al deterioro funcional de las actividades instrumentales de la vida diaria,
evaluadas mediante la escala funcional de Pfeffer. Estas actividades son más complejas, e
implican un medio para lograr otros nes. Por ejemplo, en este grupo se encuentran tareas como el
manejo del dinero, capacidad que está implicada en diversas tareas de la vida cotidiana o el uso de
diferentes medios de transporte que facilitan la realización de numerosas tareas.
Metodología
La metodología utilizada fue de tipo cuantitativa ya que las variables fueron cuanticadas, para lo
cual se utilizaron instrumentos de medición psicométricos. El diseño fue no experimental debido a
que no realizó manipulación voluntaria de las variables; además, de corte transversal en tanto los
datos fueron recolectados en un momento único. El nivel de investigación fue correlacional ya que
se exploró la relación presente entre el nivel educativo, el funcionamiento cognitivo, la capacidad
funcional y la calidad de vida de las personas mayores (Hernández y Mendoza, 2018).
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2.1. Muestra
La muestra fue recolectada mediante el método de muestreo de participantes voluntarios, es decir,
se asistió a centros donde se brindaban actividades para personas mayores. Además, se extendió
la invitación a todas las personas asistentes y quienes aceptaron participar pasaron a formar
parte de la muestra. Como criterio de inclusión se tuvo en cuenta que la persona tuviera más de 60
años, que no tuviera diagnóstico de enfermedad psiquiátrica y que no tuviera defectos visuales o
motrices que le impidieran realizar las actividades de la evaluación cognitiva.
La muestra quedó conformada por 120 personas, cuyas edades fueron de un mínimo de 60 años
a un máximo de 88, con una edad promedio de 70,49 años (d.e. 7,52). Del total de personas
entrevistadas el 65,6% fueron mujeres, y el 34,4% restante fueron varones.
2.2. Instrumentos de recolección de datos.
Para la recolección de datos se utilizaron los siguientes instrumentos:
Cuestionario Ad Hoc: mediante el cual se recolectó información sociodemográca: edad,
género y nivel de estudios alcanzado.
Test MoCA (Evaluación Cognitiva de Montreal): es una prueba breve de 30 preguntas
que ayudan a evaluar las disfunciones cognitivas leves. Fue publicado en 2005 por un
grupo de la Universidad McGill. Incluye la evaluación de: Orientación, Memoria, Habilidad
Visoespacial, Habilidades de Lenguaje, Abstracción, Denominación de animales, Atención,
Prueba del dibujo del reloj (Nasrredine, 2017).
La prueba ha sido validada en Argentina por dos equipos. Por un lado, se puede encontrar el
trabajo de González Palau et al. (2018), quienes buscaron precisar la validez del instrumento para
diferenciar sujetos sanos de aquellos con deterioro cognitivo leve. Para ello utilizaron una muestra
de 115 sujetos control y 154 sujetos con deterioro; mediante el uso de una curva analítica ROC
para establecer la relación entre los diagnósticos y los puntajes obtenidos en el MoCA, llegaron a la
conclusión de que el punto de corte 26 (propuesto por el creador de la técnica) es adecuado para
diferenciar ambos grupos. Reportaron también que el instrumento posee buena sensibilidad (,727)
y especicidad (,748) (González Palau etal., 2018). En el segundo estudio de validación, realizado
con una muestra de 399 personas mayores divididas en: personas sanas, con deterioro cognitivo
y con demencia. Mediante la técnica test-retest determinaron que el instrumento posee buena
estabilidad, y mediante el análisis de Alfa de Cronbach se determinó una adecuada consistencia
interna (α,886) (Serrano etal., 2020).
Test Whoqol: mediante 26 ítems que se responden con escalas tipo lickert, con 5 opciones
de respuesta cada una, proporciona un perl de calidad de vida percibida por la persona,
identicando 4 dimensiones: física, psicológica, social y ambiental. Espinoza et al. (2011),
utilizando una muestra de 1520 personas mayores, realizaron pruebas de conabilidad
(mediante Alfa de Cronbach) y de validez (mediante análisis factorial conrmatorio),
obteniendo resultados aceptables en ambas técnicas. En base a las puntuaciones
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obtenidas en esta población, se desarrollaron baremos que permiten clasicar las
puntuaciones de cada dimensión en bajas, medias y altas.
Cuestionario ViDA (Vida Diaria del Adulto mayor): permite conocer el estado funcional de
las personas, a través de 10 preguntas que indagan por actividades instrumentales de la
vida diaria. Cada ítem se responde de manera independiente con una escala que va desde
la realización con total autonomía de la tarea a la imposibilidad de realización. La validación
de esta técnica fue llevada a cabo en Buenos Aires (Argentina) con una muestra de
personas mayores. Se encontró que poseía buena consistencia interna evaluada mediante
alfa de Cronbach, que arrojó una puntuación de ,91. Para evaluar la validez, se compararon
los resultados del cuestionario con las puntuaciones de la Escala Lawton Brody. Se
encontró que entre los resultados de ambos instrumentos existía una correlación alta, de
,91 (p<,05). En base a los resultados obtenidos y a la correlación de las puntuaciones con
las obtenidas por los mismos sujetos en la escala de Lawton y Brodi, se puede clasicar a
los sujetos en función de las puntuaciones en: sujetos independientes, con dependencia
leve, dependencia moderada, dependencia grave y dependencia total (Soler-König et al.,
2016).
2.3. Procedimiento
Se contactó a las personas que aceptaron participar de manera telefónica y se acordó una reunión
en el domicilio de la persona. La aplicación del instrumento fue en todos los casos de manera
individual. Se procuró que al momento de la toma no hubiera otras personas presentes y que se
eliminaran las distracciones (se apagaran televisores o radios que pudieran haber). Antes de iniciar
con la entrevista se informaba a la persona las actividades que se llevarían a cabo, la nalidad
de las mismas y se explicaba el carácter voluntario de su participación y la condencialidad de
los datos obtenidos respecto de su identidad. Luego se pedía que la persona leyera y rmara un
consentimiento informado, donde se explicaba lo anteriormente mencionado.
2.4. Análisis de datos
El análisis de datos se llevó a cabo mediante el paquete estadístico IBM SPSS 21. Se realizaron
cálculos descriptivos de análisis de frecuencia y tablas de contingencia para poder obtener
una descripción de las variables en estudio. Luego, para cumplir con el objetivo principal de la
investigación se utilizó la prueba chi-cuadrado para constatar la relación entre variables y la prueba
U de Mann-Whitney para comparar grupos. Finalmente, para las comparaciones que resultaron
estadísticamente signicativas, se utilizó la D de Cohen para calcular el tamaño del efecto.
Resultados
3.1. Estadísticos descriptivos
La primera variable analizada fue el nivel educativo. Se conformaron tres grupos; en el primero, se
ubicaron a las personas con nivel de instrucción primario completo o inferior. Este grupo quedó
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conformado por 44 personas, representando al 36,7% de la muestra. En el segundo grupo, se
incluyeron personas con nivel de educación secundario incompleto o completo, con un total de 38
personas que representaban el 31,7%. Finalmente, las personas con educación superior, completa
o incompleta, formaron el tercer grupo que contó también con 38 personas.
El funcionamiento cognitivo, evaluado mediante el test MoCA mostró predominantemente
puntuaciones bajas. El 60% de las personas evaluadas presentaron puntuaciones por debajo del
punto de corte propuesto por la técnica para determinar el funcionamiento cognitivo normal. Al
analizar estos resultados mediante una tabla de contingencia, se pudo observar que la mayor
parte de las personas que presentaron puntuaciones por debajo del punto de corte, pertenecen al
grupo con instrucción primaria. Por otro lado, la mayor parte de las personas con funcionamiento
cognitivo normal pertenecen al grupo de personas con escolaridad superior. Además, mediante la
prueba de chi-cuadrado, se pudo armar que existe dependencia entre las variables (p=,000) (Tabla
1).
Tabla 1
Contingencia Escolaridad y Puntuación Test MoCA.
Puntuación MoCA Chi-cuadrado
de Pearson
Sig. asintótica
(bilateral)
<26 ≥26
Escolaridad Primaria Recuento 38 6 25,602 ,000
% del total 31,7% 5,0%
Secundaria Recuento 22 16
% del total 18,3% 13,3%
Superior Recuento 12 26
% del total 10,0% 21,7%
El cuestionario utilizado para medir calidad de vida arrojó puntuaciones individuales para cada
dominio de la calidad de vida. Con respecto al dominio físico, se encontró que el 16,7% de la
muestra presentó una puntuación baja, el 51,7% presentó una puntuación media y 31,7% una
puntuación alta. Igual que en el caso anterior, el mayor porcentaje de personas con puntuación
baja pertenece al grupo con nivel de instrucción primaria, y el porcentaje más grande de personas
con calidad de vida física alta pertenecen al grupo con nivel de estudios superior. La prueba chi
cuadrado conrma la relación entre ambas variables (p=,000) (Tabla 2).
En la dimensión psicológica, se encontró que 15,8% de los participantes presentaron puntuaciones
bajas, 56,7% presentaron puntuaciones medias y 27,5% puntuaciones altas. Porcentajes similares
se encontraron en la dimensión social, donde el 16% presentó una puntuación baja, el 58%
puntuación alta y el 26% restante puntuaciones altas. En la dimensión ambiental, se pudo señalar
que la mayor parte de la muestra correspondiente a 61,7% presentó puntuaciones altas, seguido
del 32,5% con puntuaciones medias y nalmente sólo el 5,8% presentó puntuaciones bajas. La
prueba chi-cuadrado señaló que no existían relaciones estadísticamente signicativas entre las
puntuaciones de estas tres dimensiones y la escolaridad de los sujetos.
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Tabla 2
Contingencia Escolaridad y Dimensiones de la Calidad de Vida.
Dimensión Física Chi-
cuadrado de
Pearson
Sig.
asintótica
(bilateral)
Baja Media Alta
Escolaridad Primaria Recuento 10 30 4 20,272 ,000
% del total 8,3% 25,0% 3,3%
Secundaria Recuento 6 19 13
% del total 5,0% 15,8% 10,8%
Superior Recuento 4 13 21
% del total 3,3% 10,8% 17,5%
Dimensión Psicológica
Baja Media Alta
Escolaridad Primaria Recuento 8 27 9 2,723 ,605
% del total 6,7% 22,5% 7,5%
Secundaria Recuento 7 19 12
% del total 5,8% 15,8% 10,0%
Superior Recuento 4 22 12
% del total 3,3% 18,3% 10,0%
Dimensión Social
Baja Media Alta
Escolaridad Primaria Recuento 7 30 6 6,750
a
,150
% del total 5,9% 25,2% 5,0%
Secundaria Recuento 7 17 14
% del total 5,9% 14,3% 11,8%
Superior Recuento 5 22 11
% del total 4,2% 18,5% 9,2%
Dimensión Ambiental
Baja Media Alta
Escolaridad Primaria Recuento 3 13 28 5,973 ,201
% del total 2,5% 10,8% 23,3%
Secundaria Recuento 3 17 18
% del total 2,5% 14,2% 15,0%
Superior Recuento 1 9 28
% del total 0,8% 7,5% 23,3%
La capacidad funcional evaluada mediante el cuestionario ViDA, podía ser clasicada según el nivel
de independencia o dependencia de la persona. Se encontró que el 14,3% de la muestra presentó
dependencia leve, mientras que el 85,7% presentó independencia total. No se registraron casos
de dependencia moderada, grave o total. Mediante la prueba de chi-cuadrado se pudo constatar
que existe una relación de dependencia entre la capacidad funcional y la escolaridad (p=,001).
En la Tabla 3 se observó que el mayor porcentaje de personas independientes pertenece al grupo
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de personas con estudios de nivel superior, mientras que la mayor cantidad de personas con
dependencia leve, pertenecen al grupo con estudios primarios.
Tabla 3
Contingencia Escolaridad y Puntuación cuestionario ViDA
Puntuación ViDA Chi-cuadrado
de Pearson
Sig. asintótica
(bilateral)
Independencia Dependencia
leve
Escolaridad Primaria Recuento 13 31 13,945 ,001
% del total 10,8% 25,8%
Secundaria Recuento 3 35
% del total 2,5% 29,2%
Superior Recuento 1 37
% del total 0,8% 30,8%
3.2. Comparaciones de grupo
Con la nalidad de precisar entre qué grupos se producían estas diferencias, se realizaron
comparaciones entre los tres grupos creados en función del nivel educativo. Las variables a
comparar fueron las que habían mostrado relación de dependencia en la prueba chi-cuadrado con
el nivel de escolaridad.
En primer lugar, se comparó la puntuación del test MoCA, la calidad de vida física y la puntuación
del cuestionario ViDA, entre el grupo de adultos mayores con estudios primarios y el grupo de
adultos mayores con estudios secundarios. Se encontraron diferencias signicativas en las
puntuaciones del test MoCA (p=,000), siendo el tamaño del efecto grande, calculado mediante la D
de Cohen (d=,97) y en las puntuaciones del cuestionario ViDA (p=,010), siendo el tamaño del efecto
mediano (d=,64). En ambos casos, el grupo con puntuaciones más altas fue el que tenía estudios
secundarios.
Se realizó una comparación entre personas con estudios secundarios y de nivel superior. En este
caso, se encontró que no existía una diferencia signicativa con respecto a la calidad de vida física
(p=,067), ni a la capacidad funcional (p=,392). Aunque sí se encontró una diferencia signicativa
en relación a la puntuación del test MoCA (p=,028), con un tamaño del efecto pequeño (d=,45),
presentando mejores puntuaciones el grupo con estudios superiores.
Finalmente, se comparó el grupo de personas con estudios primarios y el grupo con estudios de
nivel superior. En este caso, se encontraron diferencias signicativas en la variable calidad de vida
física (p=,000), con un tamaño del efecto grande (d=,92) en las puntuaciones del cuestionario ViDA
(p=,001), también con un tamaño del efecto grande (d=,95) y en las puntuaciones del test MoCA
(p=,000), igualmente con un tamaño del efecto grande (d=1.41). En todos los casos, las diferencias
fueron a favor del grupo con estudios superiores.
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Conclusiones
Los resultados encontrados en la presente investigación sustentaron la importancia que la
educación tiene en algunos aspectos del proceso de envejecimiento saludable de las personas
mayores. Esto se aanzó principalmente en la relación existente entre el nivel educativo y las
capacidades cognitivas y funcionales de las personas mayores.
En esta investigación se pudo constatar que existe una relación de dependencia entre la
capacidad cognitiva de las personas mayores y su nivel de escolarización. Se encontró que
existían diferencias signicativas entre el grupo con escolaridad primaria y el grupo de escolaridad
secundaria y entre este último grupo y el que contaba con educación superior. Este resultado
coincidió con investigaciones anteriores que propusieron el nivel educativo como un factor
protector frente al deterioro cognitivo (León Samaniego y León Tumbaco, 2018; Vite y Calderón,
2018).
Además, estos resultados apoyaron la teoría de la reserva cognitiva. Fueron las personas
mayores que habían atravesado mayor cantidad de años de estudio las que contaron con
más recursos para resolver las tareas propuestas en el test de evaluación neurocognitiva. Las
habilidades adquiridas durante la etapa de formación repercutieron en la capacidad cognitiva de
las personas en su adultez mayor. Por otro lado, también se constató que existía una relación
entre la capacidad funcional y el nivel educativo. La capacidad funcional es una de las variables
claves para el envejecimiento saludable. El hecho de que las personas mayores puedan conservar
su independencia en esta etapa de la vida ha sido uno de los objetivos más importantes que se
persigue a nivel global. La Organización Mundial de la Salud (2015) ha puesto su acento en este
aspecto, en su concepto de envejecimiento saludable.
En esta investigación se encontró que existe una relación entre las actividades instrumentales
de la vida diaria y el nivel educativo de las personas mayores, conrmando de esta manera los
hallazgos de investigaciones previas (Luna y Varga, 2018). Sin embargo, es necesario destacar
que si bien existe una diferencia entre los adultos mayores con estudios de nivel primario y el
resto de los grupos, no hay diferencias entre el grupo de nivel secundario y superior. Este dato
resulta signicativo en tanto podría implicar que el desarrollo de las habilidades necesarias para
desenvolverse de manera independiente en la vida cotidiana podría producirse durante el período
de instrucción primaria.
Este dato se resaltó no con la intención de priorizar un nivel de formación sobre otro, sino para
poder repensar los objetivos y la forma en que se estructura el sistema educativo. Como se pudo
apreciar en base a los resultados de la presente investigación, el proceso de envejecimiento
empieza a estructurarse y denirse desde etapas tempranas de la vida. Se vuelve necesario que
la preparación para esta etapa sea parte de la formación integral de la persona. Así como en los
espacios de educación formal se prepara a los niños y adolescentes para las responsabilidades
y tareas que implica la edad adulta, es necesario que en estas etapas se empiece a visibilizar
también la importancia desarrollar capacidades y habilidades necesarias para atravesar la vejez de
manera saludable.
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Por otra parte, la calidad de vida autopercibida también constituye una variable clave en la adultez
mayor. En el concepto de envejecimiento saludable de la organización mundial de la salud se
remarcó la importancia de conservar la capacidad funcional para ser y hacer lo que la persona
quiera (Organización Mundial de la Salud, 2015). Este concepto está íntimamente relacionado con
la calidad de vida subjetiva o autopercibida, porque los valores y objetivos personales de cada
sujeto determinan la valoración y evaluación que se realiza de los diferentes dominios de la vida.
La calidad de vida autopercibida no hace alusión a las condiciones de vida de las personas, sino
a en qué medida estas condiciones de vida se amoldan a las necesidades, intereses, valores y
objetivos de cada uno.
Es necesario destacar que, de las cuatro dimensiones de la calidad de vida, sólo la dimensión
física mostró una relación con el nivel educativo. En este caso, fue el grupo de personas con
estudios superiores quienes mostraron diferencias signicativas con respecto al resto de los
grupos, pero no se encontraron diferencias entre el grupo con estudios de nivel primario y el grupo
de nivel secundario. Estos resultados se condicen con los obtenidos por Cardona et al. (2016)
quienes también encontraron en una muestra de personas mayores una relación estadísticamente
signicativa entre el nivel educativo y la dimensión física de la calidad de vida.
La relación entre ambas variables ha sido explicada desde dos perspectivas diferentes. En primer
lugar, se ha propuesto que el acceso a un mayor nivel educativo implica mayores conocimientos
que facilitan el acceso a los servicios de salud. La segunda propuesta, que cuenta con mayor
respaldo, destaca el vínculo existente entre el nivel educativo de las personas mayores y su
posición socioeconómica (López etal., 2019). Las personas mayores que pudieron acceder a
estudios secundarios y superiores usualmente contaban con una posición económica ventajosa. A
su vez, el acceso a este tipo de estudios también implicó el acceso a trabajos mejor remunerados y
con cobertura de salud, lo que puede explicar la mejor percepción de la calidad de vida física.
Esta relación entre posición socioeconómica y nivel educativo es una realidad que no debe ser
ignorada y lleva a la necesidad de interpretar la relación entre nivel educativo y otras variables con
suma precaución. Es necesario considerar a los condicionantes sociales en su interseccionalidad,
entendiendo que variables como el género, la etnia, la edad y la posición socioeconómica se
entrecruzan en complejas redes de poder. Esta investigación reconoce el hecho de no contemplar
estas variables como una limitante. Así como el no poder realizar estadística paramétrica debido
a la distribución anormal de las variables. Será necesario para futuras investigaciones contemplar
estas limitaciones para construir evidencia más robusta.
Finalmente, se quiere remarcar que el resto de las dimensiones de la calidad de vida, si bien no
se relacionan con el nivel educativo formal, pueden ser potenciadas desde espacios educativos
informales. La percepción que se tiene del ambiente de las relaciones sociales y del propio
funcionamiento psicológico puede ser mejorada a partir de la participación en los diversos
espacios de educación no formal destinados a personas mayores. Existe evidencia que sostiene
que la participación en proyectos educativos, de interacción social, de regulación emocional y/o de
actividad física, se relaciona con una mejora en la calidad de vida de las personas mayores (Mesa
etal., 2020).
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Si bien la educación formal es un recurso de alto valor para el envejecimiento saludable, la calidad
de vida del adulto mayor será construida a partir de las experiencias presentes. La educación
no formal ofrece a las personas mayores nuevos espacios de participación para resignicar su
presente lo que incidirá en la manera en que valora y evalúa su realidad. Es por ello que, en esta
franja etaria, se debe apostar a la generación de nuevos espacios de participación y fortalecer los
que ya existen con el objetivo de mejorar la percepción subjetiva que las personas tienen de su
proceso de envejecimiento.
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e-ISSN: 2631 - 2786
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Copyright (2025) © Ana Marquez Terraz, Lucía Victoria Centorbi, Ivana Belén Diaz
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