La política cultural en el siglo XXI: entre la diversidad
y el entorno digital
Belén Fiallos Quinteros
Universidad de Artes de La Habana (ISA), Cuba
belen.fiallos@gmail.com
https://orcid.org/0000-0003-3136-4643
Resumen
En este ensayo se abordan las políticas culturales en el siglo XXI, específicamente las
relacionadas con el entorno digital. Se parte de un breve análisis de la Convención sobre
la Protección y la Promoción de la Diversidad de las Expresiones Culturales (UNESCO,
2005). En segundo lugar, se abordan categorías y algunas problemáticas que surgen a
partir de las nuevas dinámicas que emergen del mundo contemporáneo producto de la
globalización, Internet, tecnologías y los nuevos procesos sociales en relación a la
diversidad cultural y el desarrollo de la industria cultural. Para concluir, se apunta a
conceptualizar cuáles son las políticas y estrategias para la protección y promoción de la
diversidad de las industrias culturales en el entorno digital.
Palabras clave: UNESCO, globalización, diversidad cultural, industrias culturales,
políticas culturales, digitalización.
Abstract
This essay addresses cultural policies in the 21st century, specifically those related to
the digital environment. It starts from a brief analysis of the Convention on the
Protection and Promotion of the Diversity of Cultural Expressions (UNESCO, 2005).
Secondly, categories and some problems that arise from the new dynamics that emerge
from the contemporary world as a result of globalization, the internet, technologies and
new social processes in relation to cultural diversity and the development of cultural
industry are addressed. To conclude, it aims to conceptualize what are the policies and
strategies for the protection and promotion of the diversity of cultural industries in the
digital environment.
Keywords: UNESCO, globalization, cultural diversity, cultural industries, cultural
policies, digitalization.
Introducción
Las sociedades actuales se caracterizan por ser complejas, globalizadas, diversas,
interculturales e interconectadas. Ellas enfrentan nuevos desafíos debido, entre otros
factores, al entorno digital, que es el espacio real y virtual en el cual interactúan las
herramientas que existen en Internet y están conformadas por las redes sociales, blogs,
email, tiendas en línea, intranet, diferentes plataformas
1
y aplicaciones, y las nuevas
tecnologías digitales que comprenden equipos de producción, el Internet de banda
ancha, la televisión on demand, teléfonos inteligentes, los QR, cámaras digitales,
dispositivos personalizados de consumo, entre otras. Todos estos factores relacionados
con la cultura han generado un importante debate que ha comenzado a cobrar fuerza en
varios ámbitos y que se ha centrado en la problemática de cómo proteger y promover a
través de políticas públicas la diversidad cultural de los bienes y expresiones culturales
de las diferentes sociedades.
El entorno digital ofrece nuevos lenguajes y la posibilidad de un mundo sin fronteras,
crea nuevas relaciones y espacios de comunicación y, por otra parte, influye en las
industrias culturales y medios de comunicación, produciendo cambios en los procesos
de producción artística y la creatividad.
Por otro lado, los procesos de globalización, bien conocidos en el campo económico, se
han extendido también a los sectores ambientales, tecnológicos y culturales.
Precisamente, uno de los debates más trascendentales se direcciona a este último campo,
interesándose por reflexionar sobre cuáles son las políticas públicas y a través de qué
acciones se puede proteger y promover la diversidad de los bienes y servicios culturales.
En este sentido, las industrias reclaman especial atención ya que estas han sido uno de
los sectores más impactados por el desarrollo de las nuevas tecnologías y el entorno
digital.
En un mundo globalizado, donde la cultura se convierte, en la mayoría de los casos, en
mercancía y tiende a la homogeneización, los factores del entorno digital ofrecen
oportunidades y amenazas para la diversidad, su defensa “no implica necesariamente
una única y determinada intervención social o de política cultural. Su nivel de
ambivalencia puede llevar a fenómenos de reconocimiento y promoción de lo diferente
o minoritario o, al contrario, a la asimilación artificial de las diferencias, cuando no a lo
segregación de colectivos” Zallo (2017, pp. 96-97). Por lo tanto, las políticas culturales
bajo este contexto deben formularse e implementarse en relación a las nuevas dinámicas
que se producen en la actualidad, para asegurar la creación, distribución y un acceso
equitativo y diverso de los contenidos culturales.
En el debate sobre las políticas culturales para la protección y promoción de la
diversidad cultural, el interés ha girado en torno a conocer cuáles son los mecanismos
para visibilizar los diferentes grupos que conforman una sociedad, determinar cuáles
son sus expresiones culturales y su manera de relacionarse, cómo se distribuyen y quién
las consume. En ese sentido, La Organización de las Naciones Unidas para la
Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) ha contribuido con importantes
reflexiones y documentos internacionales aportando una serie de lineamientos de
política cultural, así como una propuesta de indicadores para la formulación de la
misma.
1. La Convención de 2005: un instrumento regulador de las expresiones y bienes
culturales en el contexto global
En la actualidad, los procesos de globalización aceleran el flujo de la información, la
libre circulación de personas, mensajes, intercambios culturales y económicos. Todos
1
Google, Amazon, Facebook y Apple se han posicionado, junto a Spotify, Netflix, Itunes, entre otros, de
una manera dominante en el entornodigital, creando un importante podermediático ycultural. Su presencia
ha impactado de manera significativa en el campo de la industria cultural.
estos procesos imponen una serie de normas y maneras de relacionarse que condicionan
los sistemas existentes en varios campos, particularmente en el de estudio.
La transformación estructural de los procesos en el campo cultural obliga a replantearse
su concepto mismo y sus modelos de análisis. Hoy ya no se puede pensar en esta noción
como un espacio de la alta cultura y las bellas artes. Vich (2014) enfatiza en la
conceptualización de la cultura como una vertiente antropológica, este la ubica como un
dispositivo socializador que regula las relaciones sociales, produce realidad y al mismo
tiempo es el soporte de esta realidad. Es decir, la cultura entendida como un factor
protagónico para la construcción de procesos y propiciadora de relaciones
interculturales. Por otro lado, Yúdice (2002, p. 43) afirma que “el recurso de la cultura
sustenta la performatividad en cuanto lógica fundamental de la vida social hoy”.
En efecto, la cultura ha dejado de ser un concepto estático para transformarse en un
objeto de reflexión e interpretación; ha perdido su carácter patrimonial para convertirse
en un dinamizador de procesos -extendiéndose hasta el campo digital- y en una
herramienta de transformación social. La cultura, hoy en día, es un importante pilar para
el desarrollo económico, social y humano (Martinell, 2010), además de constituirse en
una herramienta fundamental para la gestión de la diversidad como parte esencial de la
cultura.
La reflexión académica actual asocia la diversidad cultural con categorías como: la
identidad, la protección de los grupos minoritarios y con la idea del otro. Ochoa (2008)
sostiene que la diversidad cultural puede ser un instrumento para enfatizar la
heterogeneidad y Georges Yúdice nos recuerda que “la diversidad no tiene que ver solo
con los contenidos, por importantes que estos sean. Tiene que ver también con las
plataformas en las que se determina la velocidad y las condiciones de circulación de los
contenidos” (2017, p.124). Sin embargo, a pesar de las múltiples aproximaciones al
término, no se ha llegado a un consenso para su definición.
En el mundo contemporáneo los procesos de globalización asociados a las lógicas del
mercado y a las tecnologías digitales han desdibujado las fronteras simbólicas. Las
distintas culturas e identidades circulan en escenarios reales y virtuales redefiniéndose
constantemente. Hoy, estos escenarios reclaman el reconocimiento y respeto por las
diferentes diversidades, ya sean étnicas, cultura o las categorías identitarias que se han
reconocido en los últimos años: género, edad, profesiones, nickname, etc (Appadurai,
2014, pp.60-61).
De ahí, que el reconocimiento de estas diversidades necesite de medidas y estrategias
con enfoques amplios destinados a las minorías y a los grupos discriminados para lograr
un ambiente incluyente que ayude a visualizar las identidades invisibilizadas, defender
sus derechos individuales y colectivos para, de esta manera, oxigenar los cauces
democráticos.
En el contexto global, la lucha por la legitimidad de la democracia y la defensa de la
diversidad de las expresiones culturales se ha convertido en uno de los mayores retos en
la actualidad. Martín Barbero (2008) propone una negociación de la diversidad con la
globalización, basada en el conocimiento de las historias de los pueblos, es decir,
fundamentada en las experiencias y memorias emanadas de la diversidad cultural,
puesto que “para ser reconocidos necesitamos contar nuestro relato, pues no existe
identidad sin narración, ya que esta no es solo expresiva, sino constitutiva de lo que
somos”.
Así mismo, la diversidad cultural reclama una organización de estas expresiones y la
gestión de las diferencias, a través de acciones orientadas a protegerla y fomentarla.
Exige también nuevas instituciones más democráticas, capaces de solucionar los
conflictos que emergen de los nuevos contextos, tales como los intercambios culturales
y de mercado, los diferentes modos de acceso y consumo cultural, la concentración
empresarial y la homogeneización de los contenidos culturales.
La noción de diversidad cultural, y posteriormente el debate sobre la promoción y
protección de los bienes y expresiones culturales, ha sido un tema prioritario para la
UNESCO. Este interés se ve reflejado en varios documentos y declaraciones
2
,
fundamentalmente en la Declaración universal sobre diversidad cultural (2001) que
reconoce la cultura como un factor clave para el desarrollo y a la diversidad cultural
como medio para garantizar la paz y la democracia en las sociedades y en la
Convención para la Protección y Promoción de las Expresiones y Bienes Culturales que
define a la diversidad como las distintas formas en que se expresan y transmiten los
diferentes grupos que conforman las sociedades, así como los “distintos modos de
creación artística, producción, difusión, distribución y disfrute de las expresiones
culturales, cualesquiera que sean los medios y tecnologías utilizados” (UNESCO,
2005).
Precisamente, en el año de 2005, la UNESCO adopta los términos de la Convención
sobre la Protección y la Promoción de la Diversidad de las Expresiones Culturales,
celebrada en el marco de la 33ª Reunión de la Conferencia General de las Naciones
Unidas celebrada en París. Este documento es un instrumento internacional vinculante
que reconoce el carácter de los bienes, servicios y actividades culturales, más allá de su
valor comercial, como transmisores de identidad, valores y sentidos. Es uno de los
instrumentos de mayor importancia para el reconocimiento de la diversidad cultural
como fuente de creatividad, innovación e inclusión social.
Por otro lado, establece un marco para la gestión y la elaboración de políticas culturales
para la diversidad de las expresiones culturales y es un mecanismo para reforzar la
cooperación cultural internacional y regional. Relaciona a la diversidad con el debate de
la cultura y el comercio. Además, la vincula con procesos de desarrollo y con la
expresión creadora de los bienes y servicios culturales. En ella se solicita una nueva
comprensión de la relación entre diversidad, diálogo y desarrollo para impulsar marcos
de acción y lineamientos de política cultural.
Su importancia radica en ser el primer instrumento internacional que reconoce a los
bienes culturales como vectores de identidad, trascendiendo el carácter comercial que se
les había atribuido hasta ese momento. Este debate había sido abordado exclusivamente
en los tratados de libre comercio, específicamente en la Ronda de negociaciones del
Doha como parte de la Organización Mundial de Comercio (OMC), quienes
promulgaban el régimen jurídico de la excepción cultural, es decir que permitía aplicar
excepciones de cuotas y subvenciones a los productos culturales.
2
Colección sobre la unidad y diversidad cultural (1953); Nuestra diversidad creativa (1996); Reporte
mundial sobre cultura, creatividad y mercados (2000); Reporte mundial sobre la cultura. Diversidad
cultural, conflicto y pluralismo (2000); Declaración universal sobre diversidad cultural (2001) Informe
sobre el desarrollo humano. La libertad cultural en el mundo diverso de hoy (2004); Convención para la
protección y promoción de las expresiones y bienes culturales (2005); Informe Mundial de la Unesco.
Invertir en la diversidad cultural y el diálogo intercultural (2010).
No hay duda que la Convención (2005) de la UNESCO es un aporte relevante para el
derecho internacional, por cuanto plantea un nuevo marco para la gestión y la
elaboración de políticas culturales enfocadas en la protección y promoción la diversidad
de las expresiones culturales frente al peligro de la homogenización y un nuevo sistema
de gobernanza para la cultura a través de la colaboración del Estado, el sector público y
privado, la sociedad civil y la cooperación internacional. Sin embargo, a más de diez
años de la aprobación de la Convención, no se pueden encontrar ejemplos
paradigmáticos sobre su implementación, ni resultados del impacto
3
a nivel
internacional (Albornoz y Leiva, 2017a).
Ante este escenario, el desafío consiste en implementar eficazmente los lineamientos de
política orientados en la Convención ya que, por más avanzados que sean
conceptualmente, corren el peligro de quedar en simple retórica, con lo cual, y como
consecuencia, las expresiones y bienes culturales continuarán desprotegidos de las
dinámicas transnacionales del mercado que atentan directa y gravemente contra la
diversidad cultural y la identidad de los pueblos (Martín Barbero, 2008).
2. Las industrias culturales y el entorno digital
El concepto sobre industria cultural surge a finales del siglo XIX, momento en el que
las sociedades fueron transformadas por el desarrollo científico y la innovación técnica.
A partir de este momento, esta noción sufre una continua evolución en concordancia
con el desarrollo de las sociedades y la incorporación de la población a los procesos de
producción y consumo. En el año de 1947 los principales teóricos de la Escuela de
Frankfurt: Theodor Adorno y Max Horkheimer, definen la industria cultura desde una
óptica social y esta adquiere un carácter de cultura de masas. Más tarde, en la década del
setenta, las industrias culturales -libro, cine, prensa, música, radio, televisión-, se
entienden por su capacidad de producir masivamente contenidos simbólicos y pasan por
un proceso de distribución para su consumo. En los años ochenta, el debate se enfocó en
torno a la democratización y descentralización cultural, y a partir de la década de los
noventa el concepto de industria cultural se vincula directamente con el entorno digital.
En efecto, en tiempos de Internet y de desarrollo de las nuevas tecnologías, las
actividades posindustriales y cibernéticas se asocian a diferentes tipos de escenarios y
plataformas para el desarrollo de la cadena de valor de las industrias culturales, dando
lugar a distintas dimensiones económicas, sociales y procesos de comunicación, así
como a otras formas de crear, producir, distribuir y disfrutar de los productos culturales.
El autor Francisco Sierra nos recuerda que:
Los modelos tradicionales de producción y distribución audiovisual en Internet
han dado lugar a procesos de migración digital y de multiplicación de los canales
de consumo, acceso y visibilidad que, a su vez, originan otros de integración y
de capitalización distintos en la cadena de valor, lo que hace factible las
posibilidades de proyección de las llamadas cinematografías periféricas apenas
exploradas en el nuevo entorno de la Web (pp.13-14).
La cadena de valor en el escenario virtual exige una revisión de conceptos. Así es como
la UNESCO (2009), en el Marco de estadísticas culturales, define a la industria cultural
3
Ver: Fondo Internacional para la Diversidad Cultural (FIDC). Fondo creado como resultado de la
Convención de la UNESCO sobre la Protección y la Promoción de la Diversidad de las Expresiones
Culturales de 2005, conel finde promoverel desarrollosostenible y la reducciónde la pobreza de los países
miembros.
-y a la industria creativa-, como: “los sectores de actividad organizada que tienen como
objeto principal la producción o la reproducción, la promoción, la difusión y/o la
comercialización de bienes, servicios y actividades de contenido cultural, artístico o
patrimonial”, destacando de esta manera, la creatividad como base de la producción de
los bienes, servicios y actividades de contenido cultural, artístico y patrimonial.
En este escenario de expansión de la economía de mercado y desarrollo de los medios
masivos de comunicación, tiene lugar también la aceleración de procesos relacionados
con la globalización de la cultura y la creciente diversificación de las expresiones
culturales. Precisamente es en este marco global en el que las industrias culturales, -
dentro del paradigma de la economía política de la comunicación-, se relacionan con las
nuevas lógicas de mercado y de consumo.
Precisamente por este motivo es que los procesos de globalización conducen a las
industrias culturales a reconfigurar la esfera pública, escenario en el cual la diversidad
cultural y los intercambios culturales se posicionan en el centro del debate, apuntalando
la discusión sobre de qué manera se garantiza la pluralidad de la creación cultural en un
escenario de crisis, convergencia, migraciones, capitalización de lo simbólico.
Características propias de las sociedades informatizadas y del conocimiento, en las que,
como advierte George Yúdice (2002), realzan el valor de la cultura como recurso.
En tal sentido, al abordar las dinámicas impuestas por los nuevos contextos para la
protección y promoción de diversidad de la industria cultural es preciso reflexionar
sobre la relación entre diversidad y mercado, y al mismo tiempo, determinar cuáles
serían las políticas y estrategias que se deben llevar a cabo con miras a lograr un
reconocimiento real de la heterogeneidad y, con ello, orientar nuestras acciones hacia la
protección, y promoción de los grupos minoritarios y de sus expresiones culturales.
Una de las vías para la protección y promoción de la diversidad cultural la brindan las
industrias culturales, y de manera particular, el cine. Esta industria es una herramienta
eficaz para la producción y circulación de contenidos simbólicos, debido a su alcance
social, y la capacidad de mostrar diversas percepciones del mundo además de transmitir
la identidad y valores de los pueblos.
Por su parte, Kulesz (2017) sostiene que “cualquier debate sobre la cultura y la
diversidad debe incluir en algún punto la variable de la tecnología digital” (p. 77),
debido a que el escenario digital ha cambiado las estructuras del sistema audiovisual en
la creación, producción, distribución, exhibición y hábitos de consumo, provocando el
interés de organismos internacionales como la UNESCO, así como de las instancias
gubernamentales, la sociedad civil, incluida la comunidad académica.
Somos conscientes que la tecnología digital e Internet han cambiado el panorama
cultural y nos han dirigido hacia un ecosistema conformado por “nuevos lenguajes,
sensibilidades y escrituras por la hegemonía de la experiencia audiovisual sobre la
tipográfica, y por la integración de la imagen al campo de la producción del
conocimiento, lo cual está incidiendo tanto sobre lo que entendemos por comunicar,
como sobre las figuras del convivir y el sentido de lazo social” (Martín Barbero, 2003,
s.p.). La diversidad cultural de las historias, la memoria y la expresión cultural de los
pueblos, por otra parte, nos brinda la posibilidad de interactuar con estos fenómenos.
De la misma manera, las plataformas digitales
4
ofrecen a las industrias culturales, entre
otras, la ventaja de los nuevos modelos de negocio y financiamiento; maneras
alternativas para el funcionamiento de la cadena de valor, nuevas lógicas y actores que
están incidiendo en el funcionamiento de las industrias culturales, y que pueden
presentar oportunidades de enriquecimiento de la diversidad en términos de producción,
difusión, de acceso e intercambio de los contenidos culturales y la ampliación del
acceso a un más vasto público.
Siendo ésta una gran ventaja; sin embargo, hay que tener en cuenta que también pueden
generar conflictos y desigualdades a la hora de intentar un acceso equitativo de todos los
sectores de las sociedades, sobre todo en los países menos desarrollados que pueden
contar con menos infraestructura.
La piratería digital, por otra parte, entendida como la infracción deliberada del copyright
a escala comercial, es otro problema a tener en cuenta. Esta constituye un fenómeno
económico, político y sociocultural que ha generado mucha controversia en cuanto al
acceso, circulación y cambios en las formas de consumo de los contenidos culturales. Si
bien los contenidos culturales online pueden tener un carácter democratizador, la
piratería digital es una fuente de conflictos que afecta la venta legal en su mayor parte
de películas, libros, música y, en los últimos años, los videojuegos.
El entorno virtual supone una mayor posibilidad de circulación, pero también construye
modos de percepción homogéneos en la mayoría de los casos. Es necesario tomar en
cuenta estos aspectos en la perspectiva de promover la diversidad de las expresiones
culturales, ya que, si bien los contenidos manifestados en la industria cultural circulan
de una manera que puede favorecer el acceso y la interacción cultural, al no ajustar la
diversificación de la oferta queda el riesgo de provocar graves problemas de equilibrio
en el intercambio, y como hemos mencionado antes, una fuerte concentración.
3. Buena práctica para la protección y promoción del cine
Las dinámicas del mercado actuales y los acuerdos comerciales internacionales, -en las
que aparece como una de las protagonistas la industria cinematográfica-, exigen nuevas
formas de negociación y medidas de protección para garantizar la diversidad, lograr un
equilibrio en el intercambio equitativo y garantizar la heterogeneidad y su acceso.
Como bien sabemos, el desarrollo de la cadena de valor de la industria cinematográfica,
en el entorno digital, está condicionado por nuevas formas de poder y por el volumen de
mercado. Las grandes majors globalizan la producción cinematográfica aprovechando
las nuevas tecnologías y la digitalización, convirtiéndose en estrategias claras para
dominar las pantallas a nivel mundial a través de los nuevos formatos televisivos
digitales, servicios por cable, on demand, e Internet, proponiendo de esta manera nuevas
formas de producción, circulación, exhibición y consumo.
En este plano, es importante mencionar a Retina Latina, uno de los ejemplos
paradigmáticos en el campo de las industrias cinematográficas para la protección y
promoción del cine en el espacio digital.
Retina Latina es una plataforma online para ver cine latinoamericano. Su lanzamiento
fue en el año de 2016, en el marco del Festival de Cine de Cartagena de Indias
impulsado por instituciones cinematográficas de Bolivia, Colombia, Ecuador, México,
4
Los gigantes de la red; los medios de comunicación por streaming y on demand; los big data y los nuevos
modelos de financiamiento en línea, como el crowfounding, etc.
Perú y Uruguay. Esta plataforma se ha convertido en un sistema para responder a las
nuevas formas de exhibición y consumo cinematográfico, con esta nueva ventana de
Internet, destinada a la exhibición gratuita de contenidos cinematográficos y
audiovisuales alternativos, se intenta garantizar un acceso más amplio y democrático a
los contenidos cinematográficos de calidad de una manera gratuita a través de Internet.
La plataforma es un modelo de cooperación que tiene como objetivo proponer un
circuito alterno de circulación y la formación de públicos, promocionando la circulación
de las producciones latinoamericanas más allá de sus territorios, así como la creación de
redes de producciones latinoamericanas. En el año 2017 Retina Latina fue beneficiaria
del premio del Fondo Internacional para la Diversidad Cultural (FIDC)
5
, con el
proyecto: Apropiación, fortalecimiento y promoción del cine latinoamericano a través
de la plataforma digital regional de cine.
A través de sus objetivos, Retina Latina se propone contribuir a la cooperación Norte-
Sur y Sur-Sur con estrategias para promover un mejor acceso, circulación y acceso de
los bienes y servicios cinematográficos producidos en Latinoamérica a nivel local,
regional e internacional, con soluciones digitales e innovadoras tales como: la
implementación de aplicaciones para dispositivos móviles; las propuestas de nuevos
modelos distribución de las películas y la incorporación de nuevos miembros a la
plataforma y la consecuente ampliación del catálogo de las películas disponibles en la
plataforma.
4. Políticas culturales en el entorno digital
Las dinámicas de las sociedades contemporáneas, la globalización y el desarrollo de las
tecnologías de la comunicación, han incidido de una manera determinante en la relación
entre la cultura y la política, y por lo tanto, en la formulación de las políticas culturales.
El campo de las políticas culturales ha dejado de estar al servicio exclusivo de los
servicios culturales, patrimonio, difusión y el acceso, para sumar otras dinámicas de
acción cultural pública basadas en la diversidad, la interculturalidad, los derechos
culturales (Nivón, 2013), en donde la estrategia gubernamental exige acciones de mayor
eficacia y transversalidad.
La construcción de un proyecto colectivo a futuro, articulado por el Estado, la sociedad
civil y diversos actores sociales (Ochoa, 2003) a partir de “profundos replanteamientos
de las bases teóricas y de las estrategias de acción tradicional de los Estados en el
campo de la cultura, a fin de construir una globalización ascendente” (Jiménez, 2015, p.
37), se apuntan como las directrices dominantes en el direccionamiento hacia un
proyecto intercultural acorde con las circunstancias del nuevo momento histórico.
Las industrias culturales se han visto afectadas por los efectos globales, la convergencia
de las tecnologías de información y de comunicación: Internet, la televisión digital, los
dispositivos móviles. Estos factores conducen a la adopción de otras maneras de gestión
y nuevas políticas de protección y de fomento para la defensa de las expresiones
culturales.
5
El Fondo Internacional para la Diversidad Cultural (FIDC) es un fondo creado por mandato de la
Convención de 2005 sobre la Protección y la Promoción de la Diversidad de las Expresiones Culturales
cuyo fin es promover el desarrollo y la reducción de la pobreza financiando proyectos culturales que
protejan y promuevan la diversidad cultural.
En este sentido, el estudio de las políticas culturales en la actualidad exige una revisión
para adaptar las estrategias a contextos más recientes. Uno de los temas de reflexión
más recurrentes en el discurso contemporáneo consiste en determinar ¿cuáles son las
políticas públicas que se deben formular e implementar para garantizar la diversidad de
las expresiones y contenidos culturales en el entorno digital?, es decir, ¿de qué manera y
a través de qué mecanismos deben afrontar los Estados la problemática relacionada con
los contenidos culturales digitales?
Si bien esta temática no ha sido afrontada suficientemente por los gobiernos locales,
sobre todo en América Latina, si ha concitado el interés de los organismos
internacionales, particularmente la UNESCO, al que se han sumado varios sectores de la
sociedad civil y a través de la esfera académica
6
. Albornoz y Leiva, (2017a, 2017b),
Martín Barbero, (2003), Bustamante, (2011) y Zallo (2017)), como investigadores, entre
otros, han abierto un debate sobre la lucha por la diversidad cultural de las industrias
culturales en el entorno digital, con el fin de analizar su impacto real en la sociedad y
determinar cuáles son las medidas y estrategias para controlar el desigual flujo de
información.
Los cambios provocados por la globalización demandan una revisión del paradigma de
las políticas culturales tradicionales y a su vez, la defensa de la diversidad de las
industrias culturales implica un “empoderamiento social y diversificado y una puesta al
día de herramientas de política cultural y comunicativa para la era digital (Zallo, 2017,
p. 99).
En el debate contemporáneo existe un consenso en cuanto al entorno digital y el
impacto dual frente a las industrias culturales. Los aspectos positivos de la
digitalización e Internet en relación al desarrollo de las industrias culturales pueden
constatarse en la posibilidad de ofrecer un mundo sin fronteras, democratizar la
información para algunos sectores, y abrir las posibilidades de acceso a los contenidos
culturales de cualquier parte del mundo, con el beneficio de una mayor circulación y
consumo de contenidos.
Si bien esta constituye una propuesta encomiable, no hay que perder de vista la
presencia de amenazas graves a su consecución, particularmente la posible
concentración que atenta contra de la diversidad de las expresiones culturales, la
inequidad en el acceso, especialmente si pensamos en los sectores tradicionalmente
excluidos.
García Canclini & Martinell nos recuerdan que la lucha por la legitimidad de la
democracia y la defensa de la diversidad de la expresiones culturales se ha convertido
en uno de los mayores retos en la actualidad, ya que “en la medida en que las industrias
audiovisuales y las tecnologías digitales van acercando a las sociedades y engendrando
a la vez nuevas diferencias y nuevas desigualdades, ya no principalmente territoriales o
de origen histórico, sino según el acceso a los nuevos bienes y mensajes” (2009, p. 12).
La formulación de políticas que tengan como fin la protección y promoción de la
diversidad de los bienes y expresiones culturales en la era digital conlleva fomentar una
producción diversa y asegurar una distribución justa. Kulesz (2017) mantiene que “la
clave estratégica parece radicar en considerar lo digital en términos políticos en lugar de
como algo aislado” (p.87). A estas expresiones se unen otras provenientes de
6
Desde la Universidad Carlos III, el grupo de investigación Diversidad Audiovisual ha impulsado varias
propuestas en torno a este tema: http://diversidadaudiovisual.org.
organismos internacionales como la UNESCO (2015); así como la de diversos autores
como Zallo (2017) y Albornoz y Leiva (2017a), que proponen tomar en cuenta diversos
aspectos a la hora de formular las políticas como la diversificación de las fuentes de
financiamiento y la aplicación de desgravaciones fiscales para la innovación, el
desarrollo de estrategias digitales con componentes culturales y, finalmente, la
adaptación de las leyes de creación y propiedad intelectual.
Aunque en la práctica es complejo, se considera necesario formular e implementar
políticas culturales dirigidas al fortalecimiento de cada uno de los eslabones de la
cadena de valor de las industrias culturales. De acuerdo con Bustamante (2017), la
diversidad real de una sociedad depende de la totalidad del proceso de producción, es
decir, de su producción y creación, su distribución, comercialización, visibilidad,
demanda y consumo efectivo.
Conclusiones
Los problemas de la globalización cultural, económica, política y social, la creciente
digitalización y sus plataformas han causado importantes cambios en los procesos
sociales, por esto la diversidad cultural y sus dinámicas enfrentan un gran reto.
La cultura y sus industrias han adquirido un carácter central para la transformación
social, la identidad, la diversidad, la innovación y la creatividad. El papel de las
industrias culturales como integradoras sociales y fuentes de desarrollo las han
convertido en una herramienta esencial para responder a las dinámicas que se generan
en las sociedades actuales.
Al momento de formular una política cultural para la defensa de la diversidad se trial
abordar valores de reconocimiento y respeto de lo diferente o minoritario. Se hace
necesaria una política que parta de la garantía de los derechos culturales individuales,
colectivos y que fomente la cohesión social y las relaciones interculturales. Estas
estrategias deben traducirse en políticas públicas y normas que garanticen la diversidad
cultural de las industrias culturales en los nuevos entornos.
El impacto del entorno digital en las formas de creación, distribución y consumo
cultural, exigen, por un lado, la revisión de las estrategias estatales para la protección y
promoción de la diversidad cultural de los pueblos, y por otro, la formulación e
implementación de políticas para la creación, distribución y acceso a contenidos
culturales.
La Convención de la UNESCO (2005) constituye un ejemplo significativo en el
lineamiento de políticas públicas para la defensa de la diversidad y las expresiones
culturales. Sin embargo, a pesar de las amenazas que existen entre el entorno digital, las
industrias culturales y la diversidad en el proceso de la cadena de valor, no se ha
actualizado.
No existen políticas culturales sólidas en las sociedades actuales para la protección y
promoción de las industrias culturales y su relación con Internet. En este sentido, es
importante aprovechar las oportunidades y anular las amenazas que crea el entorno
digital a través de estrategias de gobernanza para el sector cultural y la destinación de
recursos para lograr un acceso a las tecnologías más incluyente.
Las políticas culturales para el fomento y la protección de la diversidad en el entorno
digital deben estar orientadas, entre otros aspectos, a proteger todos los eslabones la
cadena de valor del impacto negativo de los gigantes de la red; a proteger a creadores y
usuarios, ampliar las actuaciones, políticas de Estado y programas de cooperación que
estimulen la diversidad cultural. Especialmente, una puesta al día en las estrategias de
las políticas públicas culturales que correspondan a los nuevos contextos.
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