conozca acerca de un campo de conocimientos, sino que se aprenda a ser un profesional
completo en ese campo (Adler y Brown, 2008, p.19), con sus modos de comunicarse,
sentir, actuar y generar conocimientos. El establecimiento de estas direcciones obedece
a un fin didáctico puesto que, en la práctica del proceso de enseñanza aprendizaje, estas
se trabajan y se asumen de una manera integrada, sistemática y gradual, así como desde
una concepción transversal e interdisciplinaria en los currículos.
Los textos científicos se corresponden con las especificidades del campo de las ciencias
que aborden. Si se comparan las ciencias exactas y técnicas con las socio-humanísticas
y artísticas, se observa que las primeras son más precisas y universales en su sistema de
conocimientos, mientras que las segundas se caracterizan por la diversidad de enfoques.
Esto no quiere decir que las ciencias exactas, naturales y técnicas presenten verdades
irrebatibles con las cuales todos científicos deben concordar completamente, sino que en
ellas también existen divergencias al enfocar determinados hechos y procesos debido a
sus sustentos filosóficos, epistemológicos y de otra índole. Pero aún más, incluso en las
ciencias incluidas en cada uno de los dos grandes grupos anteriores también se
presentan diferencias entre ellas.
Estas precisiones conducen a estimar que no todos los textos científicos se leen de igual
manera, sino que comunican de acuerdo con el campo que abordan y requieren
determinada posición del lector ante el texto. En este sentido, cuando se estudia
cualquier ciencia se parte del presupuesto de que, si bien hay verdades absolutas,
irrebatibles; otras, por el contrario, son provisorias, se corresponden con el nivel de
investigación alcanzado en un momento por un determinado grupo de científicos, y con
cuyos resultados otros pueden hallar puntos débiles o divergir.
Por ejemplo, la teoría de la selección natural planteada por Darwin no fue aceptada por
toda la comunidad científica de su momento. También encontramos textos científicos en
los que se han arribado a falsas conclusiones por deficiencias en los experimentos
previos o por otros intereses espurios. Recuérdese el caso de Willie Soon, reconocido
investigador malayo radicado en EEUU, quien a partir de sus estudios negó la
existencia del cambio climático, debido a que no consideró todas las variables que
permitieran aseverar sus conclusiones; más tarde se comprobó que las petroleras,
grandes contaminantes, financiaban las investigaciones del autor.
Ahora bien, independientemente de la clasificación de los textos científicos de acuerdo
con su campo de estudio, debe quedar claro que su comprensión no es única en todos
los lectores. Según Ricoeur (1995), “si es cierto que siempre hay más de una forma de
interpretar un texto, no es cierto que todas las interpretaciones sean iguales” (p. 91).
Todo proceso de comprensión está supeditado a múltiples variables que se interponen
entre el texto y el lector, de modo que traen como resultante la elaboración de diferentes
significados. Así pues, el significado se ubica en la mente del lector, se negocia entre él
y el texto, no es único, cerrado, estable, igual para todos los lectores (Cassany, 2004).
En otras palabras, cuando se lee, se actualiza texto mediante la conjugación de lo
expresado y lo aportado por el lector Es cierto que los textos científicos y académicos
buscan la objetividad, utilizan la denotación y la función referencial del lenguaje, pero
lo anterior no resulta suficiente para aseverar su incuestionabilidad.
3.2 Lectura, transversalidad e interdisciplinariedad de los textos científicos en la
universidad