El barrio San Marcos, según cuenta J. Hidalgo, morador del sector desde 1980, es
colorido, diverso, comunitario y activo. “Se caracteriza así por las pintorescas casas, por
los oficios como fotógrafos, zapateros, cerrajeros, carpinteros, costureras, joyeros y
sastres. Asimismo, los vecinos somos una comunidad, sobre todo los que hemos vivido
en el sector más de 40 años”. (comunicación personal, 18 de junio 2015).
Si fuera posible reducir a Quito en un solo vecindario, San Marcos sería el barrio
bohemio, cultural, artístico, festivo, histórico, antiguo, gastronómico y comercial,
comenta G. Morales, quien pertenece a una de las familias que ha vivido por décadas en
este sitio (comunicación personal, 10 de mayo 2018).
San Marcos, en la década de 1980, se constituyó en un espacio cultural y para reforzar
este criterio, R. Báez, vendedora de periódicos y arrendataria de una de las casas más
antiguas del vecindario, menciona que el sitio encerraba arte, música, deporte, literatura
y gastronomía.
Acota que el sector era un micromundo donde se podía disfrutar en paz, porque en el día
se vivía el ambiente de barrio comunal a través de mingas y en las noches la música, el
baile y el licor invitaban a estar en la calle. Por ello, San Marcos era considerado un
barrio bohemio. Agrega que el espacio se caracterizó por su dinámica vecinal
(comunicación personal, 4 de junio de 2015).
Esto último está documentado en un sinnúmero de cuadros recordatorios, los mismos
que se exhiben en los muros y puertas de las viviendas actuales. Por ejemplo, en la casa
E-3-183, localizada en la calle Junín, dice: “Familia Endara-Hidalgo: deseamos que la
comunidad San Marqueña regrese a ser lo que fue hace años: unida, sincera y por un
compartir por y para la comunidad”.
Otra de las características del sector fue el comercio, puesto que en su calle principal
existía y existe un sinnúmero de tiendas de barrio y restaurantes manejados por las
mismas familias por décadas. Es el caso de la Picantería la Tía, que funciona desde hace
70 años; La 5ta. paila del diablo, donde se pueden saborear las delicias quiteñas como
tortillas de papa y hornado; la Picantería Mama Miche, creada en 1940; y la Picantería
Laurita de Laura Mena. Todos estos lugares son ejemplos de actividades que se han
prolongado en el tiempo, indica J. Hidalgo.
También San Marcos tenía sus propias costumbres de convivencia como la minga
social, la calidez y la honestidad, lo que llevó a que los vecinos sientan orgullo de su
barrio, por lo que no era necesario identificarse con el centro histórico de Quito, subraya
don J. Hidalgo (comunicación personal, 18 de junio de 2015).
J. Barrera, artesano en taracea, refiere que San Marcos es un hermoso barrio por su
identidad y pertenencia. En este lugar todavía se mantiene la vecindad, que es lo que
ahora se ha perdido en la ciudad (comunicación personal, 10 de mayo de 2018).
J. Hidalgo destaca que tiempo atrás San Marcos era un lugar ideal para vivir, pues tenía
todo lo necesario, desde objetos antiguos, una librería, una tercena, un baño público,