Mussolini en mayo de 1923. Luego comenzó su uso progresivo, siendo uno de ellos Il
Duce, quien lo empleó con el mayor orgullo, para referirse a su propio régimen.
Argumenta la autora, que el vocablo comenzaría a ser empleado de forma más genérica
para referirse a un cierto tipo de régimen político, siempre con una connotación
claramente negativa. El progresivo ascenso del uso del término sobreviene ante la
necesidad de conceptualizar un fenómeno que se considera nuevo, así como también a
la urgencia de comprender los orígenes de dicho fenómeno.
El horror absoluto que sobrevino como consecuencia de los regímenes totalitarios
ameritaba una respuesta teórica novedosa y de gran calado. Arendt explica que existen
tres teorías clásicas que provienen del totalitarismo: el enfoque filosófico-político que
deriva el fenómeno moderno del totalitarismo de ideas políticas más antiguas, el
histórico descriptivo que ubica los elementos y orígenes de la dominación totalitaria en
el imperialismo y racismo del siglo XIX y, el ideal típico estático que define los
regímenes totalitarios a partir de determinadas características.
Estableciendo una genealogía sobre la aparición del totalitarismo, es importante
remontarse a los primeros indicios relacionados al fascismo italiano, cuando es
empleado el término por aquellos adversarios políticos de Mussolini, quienes utilizaron
el adjetivo a partir de 1920 para estigmatizar ese régimen. El dictador italiano no tardó
en utilizar el término, evidentemente con connotaciones irrealistas para tratar de
confundir a la población, siendo parte de un programa de propaganda tratando de ganar
adeptos. De hecho, se hizo muy común emplear una frase que integrara lo fascista con
lo totalitario, la cual fue ideada por Giovanni Gentile que reza de esta manera: “para el
fascismo, todo está dentro del estado y nada humano o espiritual existe ni tiene valor
fuera del estado, en ese sentido el fascismo es totalitario”.
Asimismo, este término reencuentra su connotación peyorativa en la mente de los
intelectuales alemanes que se oponían a Hitler a mediados de 1941, pero utilizándolo
como sustantivo y llamándolo totalitarismo. Su anuencia comienza a esparcirse por
Italia y Alemania, sobre todo a las capitales principales, teniendo ciertas acogidas
relevantes por parte de todo grupo político opositor predominantemente Estados Unidos
y Francia. De manera semejante, el totalitarismo comienza a rondar por manos de la
oposición política a Stalin, sobre todo en boca de intelectuales como Serge y Souvarine.
Señala Arendt que aunque totalitario y totalitarismo surgen del entorno político, de
manera trepidante comienza a ser conocido dentro del espectro académico, ya que
muchos de los opositores que lo utilizan son intelectuales, que durante los años 1935 al
1939 se comporta como un auge radicándose fuertemente en los Estados Unidos. El
totalitarismo va a estar supeditado al contexto político, sin embargo, a partir de 1941 se
genera una fusión entre los países occidentales y la Unión Soviética para hacer fuerza
contrapuesta contra el nazismo, radicándose de tal manera que obliga a la Alemania nazi
a emplear el término de la manera correcto, evitando su dicotomía como arma
contradictoria que solo buscaba confundir a la población.
Tras el paréntesis de la segunda guerra mundial, a lo largo de la guerra fría va a aparecer
una teoría científica del totalitarismo, es en estos años es cuando aparece la obra capital
de Hannah Arendt (Los orígenes del totalitarismo), constituyéndose en una referente
obligado para la construcción y consolidación de una teoría al respecto. Es cuando la
pensadora dejaba al descubierto, pero a su vez, los fusionaba al nazismo y estalinismo
bajo un mismo concepto: Totalitarismo. Esta situación produjo nuevos elementos