https://doi.org/10.35290/re.v4n2.2023.678
La empresa social como mecanismo de
emprendimiento en países en desarrollo
The social enterprise as an entrepreneurship mechanism in
developing countries
Fecha de recepción: 2022-08-29 Fecha de aceptación: 2023-04-27 Fecha de publicación: 2023-06-10
Luis Alberto Dávila Toro1
Universidad Central de Ecuador, Ecuador
ladavila@uce.edu.ec
https://orcid.org/0000-0001-6920-2952
Resumen
Tatiana Lara Núñez2
Universidad Central de Ecuador, Ecuador
tllara@uce.edu.ec
https://orcid.org/0000-0002-4256-9110
La presente investigación está orientada a revisar el desarrollo de las denominadas
empresas sociales, examinar cómo este tipo de emprendimientos puede contribuir a la
redistribución de la renta y a su vez generar beneficios económicos en sectores
vulnerables, contribuyendo a mejorar el nivel de vida de la población ecuatoriana, que
en circunstancias de pospandemia evidencia un índice de desempleo abierto superior al
5%. En igual sentido, la pobreza multidimensional es mayor al 40%; con estos
antecedentes, y sobre la base de la economía popular y solidaria, generar
emprendimientos sociales que permitan superar estas difíciles condiciones. En esta
orientación se examinan las características de las empresas sociales, su marco jurídico y
su potencial de crecimiento a nivel país.
Palabras Clave: desarrollo comunitario, desarrollo económico y social, cooperativa.
Abstract
This research is aimed at reviewing the development of so-called social enterprises,
examining how this type of enterprise can contribute to the redistribution of income and
in turn generate economic benefits in vulnerable sectors, helping to improve the
standard of living of the Ecuadorian population. , which in post-pandemic
circumstances shows an open unemployment rate of over 5%, in the same sense
multidimensional poverty is over 40%; With this background, and based on the popular
and solidarity economy, generate social enterprises that allow overcoming these
difficult conditions, in this sense, the characteristics of social enterprises, their legal
framework and their growth potential at the country level are examined.
Keywords: social enterprise, entrepreneurship, economic development, social
economy.
Introducción
Esta investigación estudia la gestión fundamental de las denominadas empresas sociales
como instrumento de desarrollo de una economía, ya que generan un impacto positivo
en la sociedad y su medio ambiente, y a la vez son rentables como negocio. Los
emprendedores sociales se constituyen en la piedra angular del cambio social,
representan para dicho cambio social lo que los emprendedores de negocios para la
economía. Al respecto, David Bornstein, citado en Del Cerro (2016) define a un
emprendedor social como una persona que tiene una idea poderosa para provocar un
cambio social positivo y a su vez creatividad, habilidades, determinación y empuje para
transformar el entorno social.
Es el emprendedor social aquel ciudadano que asume el riego y se esfuerza por crear
cambios sostenidos en la sociedad. Con base en su iniciativa, el emprendimiento social
debe ser rentable sin tener como único objetivo el lucro; en este sentido, es posible
remunerar de forma justa a todos los factores de producción, de tal forma que la riqueza
se redistribuya entre todos los partícipes en el proceso de producción. Los
emprendedores sociales combinan elementos tales como: comprensión, oportunismo,
optimismo e ingenio para los negocios, y a la vez se dedican a procurar el cambio social
o utilidad social en lugar de la utilidad financiera.
Las economías latinoamericanas se han caracterizado por mantener un modelo de
desarrollo contrario a lo expresado, más bien se han enfocado en modelos de repartición
no equitativa de la riqueza. En el periodo de posguerra, dos poderosas tendencias
actuaron en contra de la igualdad; en primer lugar, el modelo reinante de
industrialización substitutiva de la importación generado por el Estado, que tendió a
aumentar la desigualdad de salarios, tanto por el hecho de inflar los salarios del sector
industrial urbano y relegar al sector rural (Coatsworth, 2008).
Por su parte, la empresa tradicional tiene como principal objetivo generar utilidades
para sus accionistas, con capacidad de producir desarrollo, pero a menudo no sostenible.
Si continuamos emitiendo carbono a la atmósfera y agotando los recursos naturales,
mantendremos la senda del crecimiento económico actual durante algunos años. Sin
embargo, tanto la ciencia como el sentido común nos advierten que este camino implica
el calentamiento del planeta y una destrucción de los recursos naturales, que el medio
ambiente ya no puede asumir (Castiñeira et al., 2018).
Es importante resaltar que, de acuerdo con Díaz et al. (2012), la empresa social en su
búsqueda de objetivos sociales y/o ambientales y con su arraigo social contribuye a
reducir los desequilibrios dentro de la Unión Europea, por lo que es necesario apoyar su
creación y acceso a fuentes de financiamiento. Para crear una “economía social de
mercado altamente competitiva”, uno de los grandes objetivos de la Unión Europea es
lograr contar con los instrumentos jurídicos que coadyuven al crecimiento de este tipo
de empresas, las que a menudo inician con emprendimientos en ámbitos netamente
locales, siendo muy pequeñas, con personal que utiliza mano de obra familiar, que por
el momento no aprovechan su potencial de crecimiento y creación de empleo y las
posibilidades que brinda el mercado interno.
1.1 Marco teórico o referencial
De acuerdo con la Ley Orgánica de Economía Popular y Solidaria del Sistema
Financiero (Asamblea Nacional del Ecuador, 2011) la economía popular y solidaria es
La forma de organización económica, donde sus integrantes, individual o
colectivamente, organizan y desarrollan procesos de producción, intercambio,
comercialización, financiamiento y consumo de bienes y servicios, para
satisfacer necesidades y generar ingresos. Este modelo de organización se basa
en relaciones de solidaridad, cooperación y reciprocidad, privilegiando al trabajo
y al ser humano como sujeto y fin de su actividad, orientada al buen vivir, en
armonía con la naturaleza, por sobre la apropiación, el lucro y la acumulación de
capital (p.2).
En otras palabras, la economía popular y solidaria tiene sus cimientos en el valor social,
por tanto, el concepto de valor es un factor determinante en los principios éticos que sus
actores realizan en todas sus actividades, ya que les permite compartir normas e
identificar el comportamiento deseado y adecuado para todos en las diferentes
situaciones de interacción social (Altamirano et al., 2018).
El valor social, se entiende como aquel que generan los emprendimientos sociales en la
búsqueda de solucionar los problemas de la sociedad y de promover la inclusión de los
grupos vulnerables de la sociedad, lo que contribuye al desarrollo socio económico de
los países.
Por su parte, Coraggio (2020) asegura que la economía popular y solidaria nace por la
incapacidad del modelo neoliberal de resolver las cuestiones sociales como desigualdad
social, exclusión y pobreza, en este mismo sentido tenemos la posibilidad de ser
localmente sostenibles sin cambiar de modelo, manteniendo los actuales niveles de
desigualdad mundial y renunciando a mejorar el nivel de vida de miles de millones de
personas que viven en la pobreza, pero esta opción es ética y socialmente impracticable,
como alternativa a este modelo de empresa, surgen las empresas sociales las mismas
que aportan soluciones empresariales a los retos sociales y medioambientales.
Una de las primeras acepciones de empresa social viene de Freer Spreckly, que en 1981
la definió como organizaciones que trabajan sobre bases sin ánimo de lucro, operando
bajo principios democráticos y ubicados en el ámbito local (Yunus, 2002). La define
como una organización sin dividendos que existe para abordar un problema social, es
decir que los inversores pueden recuperar su inversión, pero no enriquecerse y por tanto
los beneficios se reinvierten en la organización para no desviar la misión social de la
empresa.
Otra descripción de empresa social hace referencia a que son unidades de negocio, que
fueron creadas y funcionan con un objetivo principal, que es brindar a la comunidad
beneficios ambientales y/o sociales. No hay una única forma legal de negocio
compartida por todas las empresas sociales, muchas están registradas como empresas
privadas, otras en forma de cooperativas, asociaciones, organizaciones de voluntarios,
instituciones benéficas, y algunas no tienen base legal. Las empresas sociales son una
modalidad del emprendimiento social (Fernández y Castillejos, 2012) y al hacer
referencia a emprendimientos dicen que se piensa en una organización creada a través
de un proceso racional, entendido este como la acción social determinada por
expectativas en el comportamiento de otros hombres, que utiliza ciertos medios para
lograr fines racionalmente sopesados y perseguidos.
En palabras de Portales y Arandia (2015) existe un similitud entre la empresa
tradicional y la empresa social, pudiendo señalarse que tanto las empresas tradicionales
como las sociales generan riqueza, pero la principal diferencia es que, en las primeras lo
producido es para los accionistas o el dueño de la empresa, mientras que en las segundas
la riqueza generada es para la sociedad; es decir existe una diferencia principal que se
refiere a la apropiación del excedente generado, en virtud de la estructura que se adopte,
el porcentaje de las ganancias que se reinvierte en la sociedad es 100 % o porcentajes
menores. Es importante no confundir empresa social con responsabilidad social
empresarial (BBVA, s.f)
En este sentido, los sujetos o componentes que incluyen esta propuesta
plantean como elemento central a las unidades económicas domésticas,
unipersonales, familiares, comunitarias y cooperativas cuyo objetivo no radica
en la acumulación de capitales, sino en la satisfacción colectiva de sus
necesidades, anticipándose a una nueva economía (Torres et al., 2017, p.185).
A nuestro criterio la principal característica de la empresa social es que no buscan
beneficiar solo a un grupo de personas, sino a todas las que sea posible. La producción
se la realiza de manera social y los excedentes se reinvierten en beneficio de todos los
partícipes; en muchos casos tienen un efecto colateral sobre su área geográfica de
influencia, pues evitan la migración del campo a la ciudad, conservan su propia cultura,
a menudo cuando una empresa social resulta ser exitosa en un lugar, tiende a promover
la creación de otras análogas en otros lugares.
Al tener el conocimiento de que la misión de una empresa es su razón de ser, se puede
marcar otra diferencia, en virtud de que la misión en los negocios o empresas sociales,
el beneficio social, la inclusión y la apertura de nuevas oportunidades es su razón de ser,
y la generación de excedentes económicos, un medio para conseguirlo. Lo expresado se
lo aprecia muy simple; sin embargo, el momento de hacerlo realidad modifica de
manera esencial toda la operación de una empresa social, e incide en su forma de
gobierno, en su cadena productiva, en su relación con todos los grupos afectados por él,
en cómo define sus precios o en su manera de distribuir sus excedentes. Influye en la
toma de decisiones y distribución de poder, ya que el liderazgo y la formación de
equipos al cobrar otra dimensión, promueven incluso una nueva conciencia de consumo.
De acuerdo a la Universidad de San Andrés (2020) una empresa social es probable que
alcance el punto de equilibrio más tarde que una empresa tradicional. Esto no está
relacionado con la mayor o menor capacidad de una organización social para encarar un
negocio, sino con cuestiones específicas del motivo para el que el negocio social fue
creado. Si una cadena productiva emplea a personas con discapacidad o que sufren de
violencia doméstica usa el trabajo como un medio para incluirlas, absorben estos
mayores “costos” de producción, ya que implica acompañarlas y capacitarlas para que
sean realmente capaces de participar de un proceso productivo.
De igual forma, se ha comprobado que las empresas sociales poseen un gran potencial
para proporcionar beneficios tangibles en áreas de menor desarrollo relativo, tal es el
caso de vecindarios en barrios periféricos de varias ciudades, donde se está
comprobando que pueden ser un vehículo para la creación de iniciativas revitalizadoras
de la comunidad, de acuerdo a lo expresado por Blauert y Zadek (1999). Para el caso
ecuatoriano, ejemplos de este tipo han existido desde hace mucho tiempo, en especial en
la comercialización de productos, como el caso de “Comercializando Como Hermanos
(MCHH)” y las Tiendas Camari Ecuador. En el vecino Perú, “Candela y Antisuyo”.
Es necesario puntualizar como un dato adicional, que ha sido difícil construir empresas
sociales para la comercialización de insumos, tal es el caso del suministro de servicios
de asistencia técnica a campesinos pobres.
En el marco de la Unión Europea, las empresas sociales no operan con un presupuesto
dedicado permanente. Por lo general, se benefician de apoyo adicional del gobierno,
incluidos algunos instrumentos financieros específicos. Se otorgan dos tipos generales
de apoyo financiero, los incentivos directos e indirectos. Para el estímulo indirecto, el
gobierno proporciona diferentes preferencias que son relevantes para la actividad del
SE. Algunos de ellos pueden utilizarse independientemente de la forma jurídica de la
empresa; estos incluyen, por ejemplo, impuestos beneficiosos para los donantes a
ciertos grupos vulnerables (personas con discapacidad, incluyendo sus técnicos de
apoyo; los socialmente desfavorecidos; niños discapacitados o no discapacitados;
adictos a las drogas (Arabadzhieva & Vutsova, 2021).
Sin embargo, existen expresiones como es el caso de servicios de financiamiento rural,
y en particular de créditos productivos. Los cambios en la legislación bancaria han
impulsado el ingreso de un número mayor de ONGs, tanto de manera individual como
en consorcios. Su atractivo es que muchos campesinos no tienen acceso al crédito
tradicional y están en búsqueda de servicios financieros, es así que las ONGs están
examinando nuevos instrumentos y enfoques para incrementar su impacto sobre
comunidades pobres.
Como expone Salina y Osorio (2012) es claro que las empresa sociales tienen como
objetivo fundamental cubrir carencias bajo intereses colectivos o sociales y participan
directamente en la economía de un país; sin embargo, la aplicación de un modelo de
empresa solidaria, mutua o de cooperación que trabaja bajo el esquema de empresa
social se trata de una verdadera alternativa para atenuar los impactos negativos
generados por el debilitamiento de los estados de bienestar, frente al desarrollo o la
evolución hegemónica de políticas de corte neoliberales.
En la actualidad, la empresa social está obligada a responder a las diversas necesidades
sociales y las enfrenta evolucionando y compitiendo con el sector privado,
capacitándose y preparándose para afrontar los retos del nuevo modelo de desarrollo
que responde a las leyes de mercado, pero sin descuidar al ser humano.
De hecho, el cooperativismo empieza en las clases obreras, campesinado, clases medias
urbanas y rurales para llegar a todas las clases sociales. En todo caso, Coque (2002)
afirma que el proceso es mucho más antiguo y se remonta a formas comunitarias
primitivas anteriores a la llegada de los europeos. La tradición de los pueblos indígenas
latinoamericanos incluye diversas formas de cooperación que se fueron mezclando con
los modelos que traían los conquistadores. Los mayas, aztecas, incas y otras culturas
precolombinas combinaron el trabajo con la propiedad de múltiples formas colectivas e
individuales, mientras desarrollaban sistemas de previsión social solidaria. Luego de
tres siglos largos de colonia, muchas de esas instituciones permanecen, especialmente
en los países más indigenistas como Guatemala, Bolivia, Ecuador y Perú.
Al respecto, Coque (2002) contextualiza que, en todo el territorio de Sudamérica, los
jesuitas habían fundado las reducciones, que se trataba de misiones que basadas en
formas comunitarias autóctonas previas organizaron colectivamente a los indígenas. Se
trataba de un sistema de explotación mixto, pues combinaba tierra común con parcelas
individuales; también socializaron la propiedad de aperos y animales y los bienes de
consumo se repartían equitativamente. Los resultados de desarrollo fueron tan
revolucionarios en su época que crearon una reacción contraria de otras órdenes
religiosas, de las clases adineradas y de la nobleza. Finalmente, estas misiones fueron
suprimidas por una orden papal en 1773, y miles de jesuitas acabaron encarcelados
mientras comunidades completas de indígenas eran masacradas. “Producida la
expulsión de los jesuitas surgió el problema de encontrar hombres de excepcional
preparación que los sustituyeran. Se pensó en reemplazarlos por una administración
combinada de militares, administradores y religiosos. Estos para lo espiritual, aquéllos
para todo lo material. Pero ni civiles ni religiosos conocían bien las costumbres de los
indígenas y su peculiar organización. Además, se pretendió “civilizarlos” de modo más
semejante al europeo” (historiaybiografias, s.f, p.1).
De estos hechos se puede confirmar que la historia que había comenzado mucho antes,
aún continúa, pues muchas de las prácticas comunitarias han permanecido hasta el
presente, sufriendo, en la mayoría de los casos, influencias externas. Además, resulta
necesario rescatar la excelente organización y comunicación de estas prácticas.
En esta coyuntura es menester la construcción de mercados sociales, frente a una
economía capitalista globalizada y mercantilista, viéndose la necesidad de generar un
mercado alternativo, regulado por los productores y consumidores, con un desarrollo
local, que permita la implantación de mecanismos cooperativos y solidarios,
satisfaciendo las necesidades de la población.
Metodología
Para la presente investigación fueron empleadas técnicas metodológicas cualitativas,
como la revisión bibliográfica, analizando la información histórica de la empresa social
y los datos relacionados con su actualidad. Asimismo, como herramienta metodológica
se utilizó el análisis de comportamiento de las redes digitales sobre el tema, conociendo
que a partir de la pandemia el emprendimiento como alternativa de obtención de
ingresos tomó auge e importancia en todas las sociedades. La investigación se centra
además en aquellos artículos en los cuales se analiza al emprendimiento social dentro de
la perspectiva analítica, ajustada al desarrollo actual. Luego de la revisión de artículos
científicos, se analizan los aportes de diferentes autores con respecto a la empresa
social, relacionándoles con la realidad del Ecuador.
Resultados
Como antecedente se tiene la agenda 21 de Naciones Unidas, la cual es un plan de
acción propuesto por la ONU para conseguir entre todos sus miembros la aplicación de
políticas ambientales, económicas y sociales en el ámbito local, encaminadas a lograr un
desarrollo sostenible en el siglo XXI.
El documento fue aprobado y firmado por 173 gobiernos en la Conferencia de Naciones
Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo, celebrada en Río de Janeiro en 1992,
donde se hizo un llamamiento para que sean los gobiernos locales los que pongan en
marcha sus propios procesos constantes en la Agenda 21 Local.
La agenda 21 es un plan estratégico para este nuevo siglo. Es un documento que
establece las pautas para aproximarnos hacia un mundo más respetuoso con el medio
ambiente. Son los gobiernos seccionales, entre otros los municipios, que al ser la
administración más cercana a la ciudadanía, son los de mayor injerencia en la
planificación, el establecimiento de regulaciones y en la ejecución de políticas
medioambientales.
Para el caso de Ecuador, su Constitución (Asamblea Nacional Ecuador, 2008) establece
que el sistema económico es social y solidario y se integra por las formas de
organización económica pública, privada, mixta, popular y solidaria y las demás que la
carta magna determine, así como la economía popular y solidaria se regulará de acuerdo
con la ley e incluirá a los sectores cooperativistas, asociativos y comunitarios.Es
importante recalcar que el Ecuador cuenta con la Ley Orgánica de Economía Popular y
Solidaria (Asamblea Nacional Ecuador, 2011).
En Ecuador, una de las experiencias pioneras en este sentido es la Fundación Maquita
Cushunchic, una institución privada sin fines de lucro que nació en 24 de marzo de
1985, con el apoyo de las organizaciones eclesiales de base del Sur de Quito. Esta
organización inicialmente se llamó CCH (Comercializando Como Hermanos) y se
constituyó legalmente como fundación MCCH el 19 de mayo de 1989. El mentor
principal de este movimiento fue el padre de origen italiano Graciano Mazón.
Actualmente la fundación trabaja favoreciendo a sectores vulnerables de quince
provincias del país.
Enfocada en solventar limitaciones de personas con discapacidad
auditiva se originó Talov, emprendimiento que en 2016 presentó a
SpeakLiz, aplicación que facilita la comunicación de este sector
objetivo mediante una plataforma tecnológica. Convierte las voces
de las personas en textos y transforma los textos en voz. Los
inventores de la App son Carlos Obando, Lenín Encalada y Hugo
Jácome. Hasta finales de 2018 contabilizaba más de 6.000 usuarios
de diferentes naciones, concentrándose la mayoría en Estados
Unidos y China (Tamba, 2019).
De las experiencias en Ecuador se puede destacar a Huertomanías, que incorpora al
campo laboral a personas con problemas de salud mental. Su impulsadora es la
psicóloga clínica Aimée Dubois. Ubicado en Nayón, el huerto tiene cultivos en 1.000
metros cuadrados. Hasta el momento hay 10 personas que trabajan de 8:30 a 12:30.
Generalmente, cuando una persona evidencia tener problemas de salud mental es
aislado de sus espacios cotidianos. Ese aislamiento provoca que no mejore. “No está por
demás indicar que esas personas tienen las mismas necesidades y derechos que todos y
acceder a un empleo y ser productivas, es importante”, razona Dubois. Las plantas de
Huertomanías son orgánicas; se siembran menta, acelga, espinaca, ají, tomillo, romero,
lavanda, col, lechuga, uvillas, frutillas, tomate [...] con estos productos se preparan
compotas, salsas e infusiones. Cada trabajador puede alcanzar remuneraciones de $ 100
mensuales. De lo expuesto se evidencia que en Ecuador existen experiencias que
podrían ser replicadas en otros países de la región.
Susunga, en tanto, es una cafetería, librería y tienda feminista-agroecológica, sus
fundadoras son Faroleen Van Teijlingen, Lucía Galarza, Cristina Bastidas y Melania
Intriago. Los insumos para este comercio se compran directamente a ocho agricultoras
de una asociación de mujeres de La Argelia Alta y a cuatro más del Valle de los Chillos.
Uno de sus objetivos es generar lazos de solidaridad entre las mujeres del campo y de la
ciudad. Pagar un precio justo es parte de valorar el esfuerzo de las productoras (Tamba,
2019).
Otra iniciativa de emprendimiento social es Cloud9, marca total y exclusivamente
ecuatoriana y consciente con el cuidado del medioambiente, que apuesta por productos
para los cuidados de la piel naturales y sostenibles. La idea de este proyecto nació a
partir de la preocupación de sus dueñas por la cantidad de productos de belleza que se
oferta en el mercado, que son poco amigables con el medioambiente.
Por otro lado, en nuestro país se ha creado el capítulo Ecuador B, que es una ONG con
finalidad social, que manifiesta que ser empresario no implica invertir más, todo lo
contrario, es posible reducir costos, fortaleciendo las cadenas de valor, ya que en
principio las empresas deben ejecutar un análisis de eficiencia. Otro de los beneficios
para las empresas al ser parte de empresas sociales es que incluyen el acceso a alianzas
comerciales compartiendo un mismo territorio geográfico, la captación de más y mejor
talento y la diferenciación en el mercado (Coba, 2021).
Uno de los mejores ejemplos de emprendimiento social en nuestro país es el Chocolate
Pacari, el mismo que como industria puede ser altamente contaminante, dado que al
cacao ecuatoriano se le añaden con frecuencia productos químicos que lo alteran,
eliminando sus mejores propiedades. Sin embargo, al respecto, Oriente Negocios (2021)
explica que Pacari decidió cambiar esta situación. En primer lugar, realiza un trabajo
conjunto con cada persona involucrada en el proceso de producción. Se enorgullecen de
cuidar bien de los productores de cacao, pagando el precio justo por su trabajo,
conscientes de que un buen producto merece un pago acorde. Además, esta empresa
ecuatoriana está profundamente comprometida con el medioambiente. Los cultivos de
cacao de donde proceden los mejores granos son un ecosistema autogenerativo.
El COVID-19 causó un impacto negativo a los emprendedores sociales en Ecuador, que
buscan soluciones innovadoras para resolver los principales retos derivados de la
pandemia y otras preocupaciones actuales. Entre ellas, el cuidado del medioambiente y
el desarrollo sostenible que toman protagonismo, no solo por su impacto en el
desarrollo del país, sino por su característica intrínseca de colaboración (Ekos Negocios
2020).
Asimismo, es necesario que el Estado conciba políticas públicas orientadas a lograr una
economía más inclusiva, que permitan el desarrollo de este tipo de organizaciones; al
respecto, se deben fortalecer políticas redistributivas, tales como el acceso universal a la
educación, mejoras sustanciales en el sistema de salud e impuestos progresivos a la
riqueza. Entre los diversos mecanismos de impuestos progresivos a la riqueza se ha
sugerido la implementación de impuestos a la herencia, puesto que es un instrumento
que sirve principalmente para reducir la desigualdad al interior de los países (Huerta y
Sánchez, 2017). No obstante, esta implementación debe ser bien analizada, porque los
casos de herencia tienen varios matices y se puede caer en perjuicios injustos.
Es necesario comprender que las empresas sociales no son simples asociaciones de
personas, sino que constituyen una fuerza productiva importante en la economía, con
una organización y estructura que debe ser acompañada en la etapa inicial para que
logren un factor diferenciador que los lleva a ser muy competitivos en todos los
mercados, logrando mejorar las condiciones de vida de toda la sociedad (Salinas y
Osorio, 2012).
Conclusiones
Se puede finalizar con que el tema del emprendimiento social, en el marco de la
denominada economía social y solidaria, es un tema polémico y de discusión
permanente. Existen puntos controversiales que pueden originarse en posiciones
extremas tanto de los defensores de la economía clásica, tradicional, capitalista,
burguesa o como quiera llamarse, así como de la economía socialista, comunista, o de
esta relativamente nueva “economía social y solidaria”.
La empresa social se ha convertido en una alternativa de negocios generadora de
bienestar, consolidando un modelo de empresa solidaria o de cooperación como
resultado del debilitamiento de los Estados en la generación de políticas públicas que
impulsen estos procesos productivos.
El emprendimiento social si está focalizado en zonas rurales es posible mejorar el
desarrollo económico y diversificar el crecimiento sostenible de un país, generando
empleos y disminuyendo la migración del campo a la ciudad generando una reducción
de la pobreza y criminalidad
La economía social y solidaria está directamente relacionada con el denominado “buen
vivir” que busca mejorar de modo sustancial la calidad de vida de la población dentro
de un concepto de economía más inclusiva.
La tarea inmediata a realizar consiste en la formación de los actores de la economía
social y solidaria para que estén a tono con las últimas tecnologías, en cuanto a los
procesos de producción y distribución de sus productos, principalmente a los mercados
internacionales que son cada vez más exigentes. Al respecto, podemos afirmar que, para
lograr consolidar la estructura naciente de las empresas sociales, es necesaria la creación
de una red participativa de alianzas de los diversos grupos interesados, a fin de
garantizar su crecimiento. La consolidación de este proceso de innovación se
fundamenta en la participación comprometida de una amplia variedad de agentes.
Al involucrar a las empresas sociales en los nuevos emprendimientos que se den en el
país se fortalecen los niveles de competitividad empresarial, contribuyendo al desarrollo
del nuestro país y de la región.
Un problema que deben resolver las empresas sociales son los costos de producción que
inciden en el precio de venta al consumidor en comparación con los precios de mercado
de las empresas tradicionales.
Se deben realizar a todo nivel, estudios profundos de esta temática. La academia debe
propiciar un debate serio al respecto, e incluir como materia en los pensum de estudios
de las universidades este importante tema, que puede ser el inicio de un proceso que
consolide los esfuerzos realizados.
Es necesario iniciar programas de socialización de este tema a todo nivel, su
desconocimiento hace que se hagan comentarios y críticas muchas veces infundadas que
no son de valor agregado.
Si bien el Ecuador, dentro de su marco legal tiene contemplado el funcionamiento de
esta actividad, en la práctica la aplicación y vigencia efectiva de la norma tiene muchas
dificultades, y en ocasiones es solo un enunciado teórico que desestimula a quienes
desean emprender en este tipo de actividades.
Resulta imprescindible que se identifiquen fuentes de financiamiento adecuadas a las
necesidades y posibilidades de los pequeños empresarios involucrados en la economía
social y solidaria. Este problema puede convertirse en el principal obstáculo para el
desarrollo de este tipo de actividad.
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Copyright (2023) © Luis Alberto Dávila Toro y Tatiana Lara Núñez
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